DÍA 11 TOKYO Tres días libres en la capital nipona.
La capital de Japón es una ciudad ultramoderna.
Edificios enormes, luces de neón, tráfico y un constante movimiento en las calles, la moda más avanzada... abren a los ojos del visitante un mundo de película donde todo parece al borde de la exageración. Pero junto a ello, se descubren los rasgos de una tradición antigua, que sigue existiendo a veces de manera sorprendentemente pura y a veces en una mezcla difícil de comprender.
Los barrios más comerciales, repletos de electrónica y de diseño, conviven con venerables templos de formas tradicionales y con parques o jardines donde todo es serenidad.
El famoso mercado de pescado vuelve a ser un mundo de agitación y contrasta con el ambiente de los refinados restaurantes -muy caros- donde las formas, regidas por un riguroso protocolo, parecen transportar al comensal a un mundo que le es ajeno, pero donde el detalle y la sutileza organizan, paso a paso, el discurrir del tiempo y de la comida. Hay que pasear por la ciudad y dejarse llevar por lo que tiene de espectáculo.
Y si se desea, habrá que moverse por los alrededores para visitar la vecina ciudad de Nikko -a un par de horas en tren- donde se halla uno de los conjuntos más importantes de monasterios y templos de Japón. Acercarse a ellos y recorrerlos será la forma de entrever lo que ha sido este país, tan lleno de particularidades.
Noche en Tokyo.